viernes, 9 de noviembre de 2007

Jaime Castro Sesma

Debía yo empezar a cursar el 2º año de secundaria en el Colegio Cristóbal Colón (CCC) en 1983 cuando lo conocí. Se presentó en el salón en los primeros días de clases y de inmediato supimos que se trataba de un subdirector que hablaba en serio: el Hermano Manuel Mijares Ferreiro.
Era un Hermano de las Escuelas Cristianas, y ejercía su vocación con una pasión que parecía más propia del siglo XIX que de finales del XX. El Hermano Mijares, o simplemente Mijares, como lo llamábamos, tenía la encomienda de elevar el nivel académico de la sección Secundaria del Cristóbal Colón a la vez de mantener la disciplina, y pronto se hizo famoso por sus métodos educativos. Cargaba con una regla de madera a la que llamaba Gertrudis, y con ella solía imponer la disciplina o persuadir a un estudiante flojo a interesarse más por sus estudios.
Cada mes acudía a los salones para entregar las boletas de calificaciones personalmente a cada alumno. La temida Gertrudis lo acompañaba, y la norma era un “gertrudazo” (golpe en las asentaderas) por cada materia reprobada.
Para quien no lo haya vivido, y sobre todo en el ambiente actual de sobreprotección a los hijos; la Gertrudis es una aberración, un método de tortura propia del medievo. No se comprende que en una escuela de puros hombres (en ese tiempo el CCC no admitía mujeres, a excepción de la preparatoria), donde las hormonas están convirtiendo a los niños en hombres, y donde la rudeza física es el método común de los estudiantes para establecer la jerarquía social, los golpes de la Gertrudis no eran otra cosa que un método de corrección fraterna.
Nunca supe que ninguno de mis compañeros (y yo mismo sufrí a la Gertrudis en alguna ocasión) terminara traumado o lastimado físicamente por la Gertrudis. En estos tiempos de permisividad y relativismo moral hay quien piensa que en aquella época era normal que un estudiante reprobara 11 materias en un mes, un varón usara el pelo largo y se vistiera con jeans rotos (equivalentes ahora a los baggy pants que muestran los calzones de quien los usa). El Hermano Mijares no pensaba que fuera normal, sino que al chico en cuestión le faltaba atención de sus padres y trataba de suplirla. Pero quizá él era de los últimos exponentes de un método severo, y su error fue no darse cuenta que los tiempos cambiaban.
Años después supe de un escándalo periodístico en el cual fue tratado injustamente, y probablemente fuera causa de su alejamiento de los lasallistas. Quizá el método de corrección fraterna actual para algunos sea castigarle el XBOX o el celular al estudiante flojo o al infractor.
Pero la labor del hermano Mijares no se reducía al ámbito disciplinario. Lo recuerdo más por sus hojas de estudio y exámenes extraescolares de Ortografía, Moral Básica y Cultura General.
De tiempo en tiempo repartía listas de palabras (unas 100), para que aprendiéramos ortografía, o cuestionarios con decenas de preguntas de cultura general de las que debíamos investigar la respuesta –y memorizarla-, o guías de estudio de catecismo (por ejemplo los pecados capitales y las virtudes que se les oponen).
Una semana después aplicaba el examen correspondiente (nadie se atrevía a copiar), y los calificaba personalmente. Quien no sacaba 10 en el examen, debía repetir “N” veces la guía correspodiente (donde “N” era el número de errores en la prueba). Con humor, tiempo después permitía elegir el castigo: repetir por escrito “N” veces; o “Simplificación Administrativa”, es decir “N” gertrudazos.
Estas actividades complementarias a las estrictamente académicas nos mejoraron notablemente la escritura, reforzaron conceptos básicos de la Fe cristiana e impulsaron a muchos a aprender cosas más allá de los planes escolares.
Sus talentos se extendían también a la música, de la que era aficionado devoto, tocaba con destreza el acordeón y alguna vez lo ví dirigir a un coro que entonaba el himno Lasallista.
Todas las semanas colocaba una reflexión en el periódico mural del colegio; y premió a los alumnos que al final del año escolar le mostraban un cuaderno con todas las reflexiones del curso.
En una época en la que la sociedad tímidamente empezaba a politizarse, al día siguiente de la reelección de Reagan como presidente de Estados Unidos no vaciló en anunciar en la ventana de su oficina con una cartulina “Occidente tiene 4 años más de libertad”.
Extraordinario maestro de matemáticas, co-autor (lo supe recientemente) de un libro de álgebra, era más diestro con el ábaco japonés que muchos de nosotros con calculadoras electrónicas. Despertó el interés de algunos por manejar dicho instrumento y estableció una clase extra para quien lo deseara. En mi caso, a más de 2 décadas de haberlo visto calcular con el ábaco; no dejé de pensar en el Hno. Mijares cuando, en una tienda de artesanías en China, compré un ábaco auténtico de más de 100 años de antigüedad.
El montañismo fue otra de sus aficiones. Al llegar al CCC ya había conquistado el monte Aconcagua, y organizó en el colegio un club de montañismo. El club que inició con paseos y caminatas, se mantuvo aún cuando algunos de sus integrantes partieron del CCC a estudiar en otras instituciones, y según me cuentan, los llevó hasta el Himalaya.
Ejemplo a seguir por los patéticos “maestros” del SNTE que deseducan a la niñez y juventud mexicana, el Hno. Mijares ejerció con cristiana pasión su vocación de maestro y de montañista.
Leo en las crónicas periodísticas que subió al Iztaccíhuatl el domingo 28 de Octubre y que sufrió un accidente. El escuadrón de rescate alpino encontró su cuerpo sin vida días después. Al leer la nota pienso que Dios lo habrá de recibir como al buen mayordomo que ejerció con sabiduría y diligencia sus talentos. Allá en las barrancas del Iztaccíhuatl el Hermano Mijares habrá escuchado “¡Bien siervo bueno y fiel!, en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”.
Jaime R. Castro Sesma

1 comentario:

Antonio Lopez Lomeli dijo...

Sin temor a exagerar tu semblanza es de las que mejor lo describe a este hombre al cual tuve la fortuna de tenerlo como director de secundaria de los años 78 al 81, fui su primer generacion de secundaria , "Disciplina y Trabajo", sus hojas de control; que ahora son una metodologia usada por varias escuelas particulares aqui en Puebla,aporte de el Señor Mijares al sistema educativo Mexicano, su afición por la fotografìa ,la primera Hasselblad que vi en mi vida fue en sus manos al ir a sacar al Benavente fotos para la memoria anual, aún no era director de secundaria pues estaba en la ciudad de los Niños ), se me agolpan los recuerdos en mi mente y mi corazón , ¡Que Viva el Señor Mijares! en Gloria estè gozando del mismo modo en que lo hizo en la tierra.